Las tres gracias

El mito

En la mitología griega, las tres Gracias o Cárites, eran las diosas hijas de Zeus. Concedían a dioses y mortales alegría, así como elocuencia y sabiduría, podían dorar a los hombres de la genialidad y el talento necesarios para ser un brillante artista. Aglaya, Eufrósine y Talia eran las diosas del encanto, la belleza y el júbilo, aunque no se puede afirmar cual era la cualidad exacta de cada una de ellas. Suelen aparecer representadas en un grupo de tres jóvenes hermosas que bailan desnudas, o semidesnudas cubiertas únicamente por un liviano y transparente velo, en círculo y con las manos entrelazadas, en actitud de comenzar el baile.

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Las Tres Gracias – Rafael Sanzio.

Las gracias, como hemos comentado anteriormente, eran mujeres muy jóvenes y bellas, pero sobre todo modestas, esta última condición se representa principalmente a través de sus cabellos, que suelen aparecer desenfadados o mal recogidos, a causa de sus incansables bailes. En contadas ocasiones las tres figuras han aparecido por separado, tampoco suele ser muy extendido el uso de las gracias entre lo sátiros más horrendos, con el fin de ilustrar por qué no debemos juzgar a las personas por su apariencia, ya que los defectos del rostro pueden ser corregidos con un buen espíritu.

Representaciones en el arte

Desde la Grecia antigua las tres gracias han sido fuente de inspiración y referencia para numerosos artistas, que las han representado como ejemplo de la belleza ideal. Una de las obras más representativas de estas tres hermanas es el cuadro de Rubens, en el que destaca la voluptuosidad de sus carnes, síntoma de una buena salud y posición social. Las tres figuras aparecen rodeadas de numerosos elementos y símbolos de la naturaleza asociados al amor, la fecundidad y el deseo.

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Las tres gracias – Rubens    /    Fuente: Museo del Prado

Cupido y las tres gracias es el fresco que un joven Rafael Sanzio realizó en la planta baja de la villa Farnesina, entre las pechinas. Por primera vez en la historia del arte las tres figuras no aparecen bailando, si no que se las ve en posición de reposo, junto con su alado padre.

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Cupido y las tres gracias – Rafael Sanzio    /    Fuente: (HA!)

La figura de las tres gracias ha aparecido también en numerosas composiciones, por ejemplo podemos encontrarlas también en La Primavera del pintor renacentista italiano Sandro Botticelli, junto a otros personajes mitológicos como Venus. Con la ilustración de rito pagano de la primavera, Botticelli rompe con la pintura religiosa cristiana de la época.

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La Primavera – Sandro Botticelli    /    Fuente: Galería Uffizi

 

 

Fuentes utilizadas:

Bolaño, E. Las tres gracias: ejemplo del canon de belleza del siglo XVII. Historia del Arte (HA!)

Cárites. EcuREd (2012)

Calvo Santos, M. Cupido y las tres gracias: maravilloso fresco del joven Rafael en plena dépoca dorada. Historia del Arte (HA!)

Ferrando Castro, M. (2015). Mitología griega: el mito de las Tres Gracias. REdHistoria

[Vídeo] Obras comentadas: Las Tres Gracias (1630-1635), Rubens. Museo del Prado

Las Cariátides

Historia

Una cariátide es el término arquitectónico utilizado para referirse a una figura femenina esculpida, ya sea en forma de pilastra o columna, y con un entablamento que descansa sobre su cabeza. El ejemplo clásico más representativo es la Tribuna de la Cariátides del Erecteión, uno de los templos del Acrópolis de Atenas, un espacio compuesto por seis figuras femeninas de 2,3 metros de altura.

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Cariátides del Erecteión – Acrópolis de Atenas    /     Fuente: Pinterest

Según parece, la creación de las cariátides está inspirada en el oscuro periodo de las Guerras Médicas (siglo V A.C.). En ese periodo la antigua ciudad de Caria, en el Peloponeso, era aliada de los persas, de forma que una vez terminada la guerra y los persas fueron vencidos, la ciudad fue arrasada. Todos los hombres fueron asesinados y las mujeres, tomadas como esclavas, fueron condenadas a cargar en sus espaldas enormes pesos, en forma de tortura y castigo. Metafóricamente, las cariátides de piedra del Erecteión han de cumplir con la pena de esas mujeres, y aguantar el peso del techado del templo hasta el fin de los tiempos. A las figuras masculinas, con estas características, se las conoce como atlante o telamón, haciendo alusión al titán Atlante, sobre cuyos hombros ha de sostenerse la esfera del mundo hasta la eternidad.

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Fuente: GIPHY

Sus vestimentas

Las jóvenes aparecen vestidas con un peplo, una túnica femenina que destaca  por su gran cantidad de pliegues, así como un himation, manto amplio y envolvente a modo de chal. Además, la pieza va ceñida a la cintura con una especie de cinturón. El peplo aparece muy ceñido a su cuerpo, dejando entrever sus figuras. Su pelo aparece recogido en dos trenzas que se entrelazan tras su cabeza, y que se extienden por sus hombros y pecho, el resto de su cabello se desliza onduladamente hasta la mitad de su espalda.

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Cariátides originales del Erecteión expuestas en el Museo de la Acrópolis de Atenas – Fuente: Pinterest

No obstante, las esculturas con formas femeninas ya eran empleadas a modo de columnas antes de que comenzaran las Guerras Médicas, lo que convierte determinar su origen exacto en una tarea muy complicada. Las cariátides, vinculadas a la esclavitud, pueden ser vistas no solo en Atenas, sino en muchas otras partes del mundo, convirtiéndose en un elemento más de la arquitectura artística.

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Fuente: GIPHY

Fuentes consultadas:

Definición de Cariátide. CondeptoDefinición.de (2016)

 

Femme Fatale: el origen del mito

La mujer fatal (traducción literal de la palabra de origen francés Femme fatale), es un personaje tipo, una mujer demoníaca y atractiva, destructiva y fascinante, una villana de manual que usa su sexualidad para seducir al desprevenido héroe. Así la mujer se convierte en una figura que si bien es hermosa, también es fatal, en un arquetipo que baila constantemente en la delgada línea entre bondad y maldad, actuando sin escrúpulos en pos de su voluntad.

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Fuente: GIPHY

El personaje de mujer fatal ha estado presente en la mitología y el folklore popular de una u otra forma. Entre lo que podríamos considerar primeras femme fatales están la diosa sumeria Ishtar de la sexualidad cuyo culto implicaba la prostitución sagrada. La bíblica Dalila, a la que amó Sansón y fue su perdición: informó a sus enemigos de que la fuente de su fuerza era su larga cabellera. Y la griega Madea, una mujer autónoma e inusual contraria al prototipo ideal de la época.

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Pandora  – Dante Gabriel Rossetti    /    Fuente: Pinterest

Pero no sería hasta finales del siglo XIX y principios del XX cuando la figura de la mujer fatal se hizo omnipresente en la cultura occidental  Lo que podríamos considerar una de las principales causas fue el despertar del movimiento feminista que, inicialmente, buscaba emanciparse del hombre y, con el tiempo, el cambio del rol de la mujer. La femme fatale se apodera de todas las esferas sociales, y por supuesto también del arte y la literatura. Así, consigue protagonizar páginas y lienzos de autores como Oscar Wild, Edvard Munch y Gustav Klimt.

Judith I  o Judtih y Holofernes es la interpretación de Gustave Klimt sobre la figura bíblica, pero no como la clásica heroína y luchadora, sino más bien como una mujer fatal simbolista, que con su belleza seduce a los hombres hacia la muerte. Para Kilmt el poder de seducción femenina logra vencer hasta la mayor de las fuerzas viriles, de ahí que en la esquina inferior derecha del cuadro podamos ver la cabeza cortada de Holofernes.

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Judith y Holofernes – Gustav Klimt    /    Fuente: (HA!)

Obras como la de Klimt dieron paso a la creación de imágenes que reforzaban el ideal de mujer fatal: de mujer letal. Así, pintores como Dante Grabiel Rossetti, William Hunt o William Waterhouse traen de la antigüedad personajes femeninos para que protagonicen sus obras: Helena de Troya, Pandora, Circe, Salome, Dalila, Lilith… mujeres de naturaleza salvaje y destructora, que pueden acabar con ciudades enteras, desatar terrores o cortar cabezas.

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Venus Verticordia – Dante Gabriel Rossetti    /    Fuente: (HA!)
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Circe envidiosa – John William Whaterhouse    /    Fuente: (HA!)

 

Fuentes consultadas:

¿Quién es la Femme fatale?. Cultura colectiva (2013)

Judith: una mujer fatal simbolista con la cabeza de Holofernes. Historia del Arte (HA!)

 

 

 

TOP 5: las mejores Venus

MI PEQUEÑA SELECCIÓN

«Venus, esquiva en su rebozo, huye. 
Su alma por los espejos se diluye»

Gerardo Diego

Venus es el nombre que los romanos dieron a Afrodita, diosa de la belleza, la pasión y el amor. El nombre griego, Afrodita, procede de Αφρο, “espuma”, y simboliza «nacida de la espuma”. Para entender este significado haremos un pequeño repaso por el árbol genealógico de la diosa.

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Venus Beach – Trash Riot   /   Fuente: tumblr

De la unión de Gea – la Tierra- y Urano nacieron los titanes, entre ellos Cronos. Urano, que odiaba a sus hijos, quiso devolverlos a las entrañas de la Tierra. Gea, indignada, se alió con su hijo menor, Cronos, para mutilar los genitales a Urano y arrojarlos al mar. De esos genitales surgió una espuma fina y de ella Afrodita, ya adulta, dentro de una concha. Empujada por Céfiro, dios de los vientos, y Aura, diosa de la brisa, llegó hasta las costas de Citera dónde fue recogida por primavera, una de las diosas de las Estaciones, quien cubrió su cuerpo desnudo con un manto.

1.- El nacimiento de Venus – Sandro Botticelli (1482-1485)

Esta obra de arte italiana es una de las más conocidas y apreciadas, representa el momento en el que la belleza llega al mundo empujada por el soplo unos dioses alados. La figura femenina que la espera a la derecha con un manto rojo es la primavera; en el centro, Venus, diosa del amor nacida de una concha, y al otro lado los dioses del viento y la brisa. La obra se encuentra en la Galería Uffizi de Florencia (Italia).

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El nacimiento de Veuns – Sandro Botticelli    /    Fuente: Galería de los Uffizi

2.- Venus del espejo – Diego Velázquez 

La obra representa a la diosa Venus tumbada lánguidamente sobre la cama mirando a un espejo que sostiene el dios del amor sensual, su hijo Cupido. Este desnudo de espalda por excelencia fue atacado, el 10 de marzo de 1914, con un hacha corta por Mary Richardson, una sufragista militante británica de origen canadiense. Richardson dejó siete cortes en la pintura, causando daños en la zona entre los hombros de la figura de la diosa Venus, afortunadamente todos fueron reparados con éxito.

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Venus del espejo – Diego Velázquez    /    Fuente: Museo Nacional del Prado

3.- El nacimiento de Venus – William Adolph Bouguereau (1879)

Esta composición recoge el nacimiento de Venus rodeada por tritones, néridas y puttis (figuras típicas que ornamentaban las escenas clásicas del Renacimiento, representadas como niños desnudos alados). Bouguereau consigue con gran maestría reflejar la textura de la piel, el efecto de luz sobre esta, el sugerente contraposto… todo ello con el fin de ensalzar la belleza y poder de seducción femenino de la diosa griega.

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El nacimiento de Venus – William A. Bouguereau / Fuente: Google imágenes

4.- Venus de Urbino – Tiziano (1538)

La obra fue un regalo del Duque de Urbino, Guidobaldo II della Rovere, hacia su joven  y querida esposa. La composición representa una hermosa alegoría al matrimonio, y podría ser considerada como un ideal o modelo «didáctico» de erotismo, fidelidad y maternidad de la época.

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Venus de uribino – Tiziano    /    Fuente: Galería de los Uffizi

La diferencia más notable que encontramos con las Venus típicas en esta obra de Tiziano, es que la figura femenina del cuadro aparece en una posición de conciencia y orgullo hacia su belleza y desnudez. La mirada de la joven no produce en el espectador una sensación de distanciamiento, sino que observa de un modo dulce y cómplice a quien la contempla.

5.- La Venus de los Trapos – Michelangelo Pisoleto (1967-1974)

El italiano, uno de los fundadores de Arte Povera (arte pobre) en los sesenta, repartió por el Museo del Louvre de París más de veinte obras creadas a base de objetos cotidianos y espejos que encierran una crítica al consumismo. Entre ellas destaca esta estatua clásica de la diosa griega del amor, la cual se adentra en una cueva de trapos viejos efímeros. De esta peculiar forma el artista quiso reivindicar el consumismo del sector textil, a través de lo que podríamos considerar un guiño al mito platónico de la caverna. Además de esta figura en yeso, podemos encontrar, otras que recogen la misma escena, pero en dorado y negro.

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La Venus de los trapos – Michelangelo Pisoleto    /    Fuente: Google imágenes

Según el artista «representa la permanencia de la historia y, al mismo tiempo, el cambio cotidiano. La inmutable belleza marmórea de la Venus recuerda a la antigüedad, mientras que los trapos evocan el proceso de transformación, el de las modas que pasan y la degradación de la materia: resultan de un sistema consumista».

Fuentes consultadas:

Agencia Efe, (2013). Michelangelo Pisoleto, un provocador con carta blanca en el Louvre. ABC: cultura. 

Recurso en linea recuperado de Galería Uffizi.

 

 

El desnudo femenino: mujer objeto, ¿mujer sujeto?

BREVE INTRODUCCIÓN AL GÉNERO

«Y fueron abiertos los ojos de entrambos, y conocieron que estaban desnudos»

Génesis, III, 7.

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Eva – Alberto Durero   /   Fuente: Google imágenes

El afán por representar lo que se ve es una de las características intrínsecas del artista, de este modo naturaleza y cuerpo humano se convirtieron en protagonistas de las composiciones más primitivas. En este sentido John Berger nos recuerda, en su ensayo Modos de ver, que “en el arte occidental el principal protagonista nunca aparece en el cuadro. Ese protagonista es el espectador de la pintura, es un hombre y todo va dirigido a él. En función suya las figuras han asumido su desnudez”.

 

Como musa y modelo, la belleza femenina ha sido elogiada por poetas y pintores. Aun así, inicialmente, la mujer se concibe como un objeto perceptible de ser arte, pero no como sujeto creador. Ahora bien, la representación del desnudo femenino ha jugado, a lo largo de la historia, una importante partida sobre lo permitido y lo prohibido, lo terrenal y lo divino.

 

La cultura antigua con más dedicación al culto del cuerpo es, sin duda, la griega. En un principio, las representaciones femeninas van a aparecer desprovistas de su feminidad, dando lugar a figuras robustas. Sin embargo, en pleno apogeo ateniense habrá un cambio en la percepción  de lo bello. Nace así el mito de Afrodita bajo la concepción de diosa de la belleza, el placer y el amor. Esta concepción de lo bello perdura en el tiempo y viaja hasta Roma, donde pictóricamente destaca la figura de las tres gracias, explotada hasta la saciedad por numerosos artistas.

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Tres Gracias – Rubens   /   Fuente: Google imágenes

Durante el periodo renacentista, el género del desnudo femenino acentúa su carácter erótico. Sin embargo, no podríamos hablar de una desvinculación total hasta algo más tarde, cuando se aleja de toda connotación mitológica. El desnudo conseguirá ir más allá de la simple idea de belleza, se asociará con el erotismo y la sensualidad, abandonando poco a poco la inocencia para llegar a una provocación directa y sin trabas.

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El origen del mundo – Gustave Courbet   /   Fuente: Google imágenes

Una vez llegado el siglo XIX el género se sirve de imágenes insólitas que, en primera instancia, buscan la provocación de sus espectadores. Destaca la controvertida obra de Gustave Courbet El origen del mundo realizada en 1866 y oculta hasta 1995, cundo se expuso por primera en el Museo de Orsay de París. Desde entonces la obra ha generado emociones de todo tipo en los espectadores, que van de la risa a la indignación. La obra, a través del desnudo femenino, enmarca una exaltación poética de la maternidad, una metáfora aguda para mí  gusto, soez según otros.

 

Fuentes consultadas:

APARICIO LÓPEZ, Octavio. El desnudo femenino en la pintura. Madrid: Offo, D.L. 1965.

Prieto Quirós, C. et. al. (2010). El cuerpo femenino: desnudos de la mujer en el arte del siglo XIX. El genio maligno: revista de humanidades y ciencias sociales.